Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Pero ésta que me
contó ayer un amigo roza con la ciencia ficción. Mes de junio, rally de
Cantabria. Los inspectores de pista (piloto y copiloto), se dejan dentro del
coche las llaves del Porsche GT3 con el que deben hacer el recorrido. Cosas
que pasan. Una docena de personas del equipo, impotentes, rodean el vehículo
en busca de una solución que no llega. ¿Dónde está el original de las
llaves?, pregunta alguien. En Vigo. Bien. Solo que ellos están en Santander,
a
Pero al copiloto se le ocurre una ingeniosa solución. ¿Y si se pudiera pasar
la señal infrarroja que abre el coche a través de un teléfono móvil? Es
decir, que alguien en Vigo nos llame y pulse el botón de apertura apuntando
a su móvil. Aquí bastará con acercar nuestro teléfono a la puerta del coche
para que la señal pase y se abra...
Dicho y hecho. Habría que haberlos visto, arrimando el móvil a la cerradura
del Porsche mientras alquien pulsaba el mando desde Vigo... Por supuesto, no
funcionó. Y lo mejor es que el de la idea asegura haberla puesto en práctica
por lo menos en otra ocasión, abriendo con éxito la puerta de un Ford
Fiesta. ¿Será verdad?
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